Como respuesta a la mayor rebelión popular que tuvo lugar en el país,
las fuerzas de seguridad sirias ejecutaron a cientos de manifestantes, e
hirieron a otros millares. El Secretario
General de las Naciones Unidas, Ban
Ki-moon, ha condenado el uso de fuerza contra los manifestantes
catalogándola como "inaceptable ".
Muchos edificios simbólicos del poder, como la sede del Partido Baath y los tribunales, fueron
incendiados por los manifestantes. El viernes, 18 de marzo durante las
manifestaciones, varias miles de personas fueron detenidas en Damasco,
Homs, Banias y
sobre todo en Daraa.
Las escuelas y los estadios de las ciudades fueron utilizados como
centros de detención.
Desde el 25 de marzo, a pesar de la represión y las concesiones del
gobierno, el movimiento se extendió a las principales ciudades del país.
Este tipo de protesta no tiene precedentes desde la masacre de Hama en 1982, donde se estima que fueron asesinadas entre
10.000 a 25.000 personas.
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